miércoles, 30 de octubre de 2013

El Arte de la Pequeña DRO.


El arte del Pequeño

  Somos creadores, pero  el verdadero artista ordena archivando  lo que    le rodea  de una  manera más personal.  Su ojo se esfuerza por mirar como  si  viera las cosas por primera vez, como las ve un niño,  distorsionándolas, y desembarazándose  de lo superfluo para inventar más fácil. .. Crear es expresar lo que uno lleva dentro ayudado de lo de fuera, nuestro interior  con lo exterior se debe proyectar sobre la tela, en el caso de la pintura de una forma mecánica  ,simple y  original, resistiéndonos a las prácticas habituales del conocimiento para expresar esta mezcla de   ideas sentimientos y conceptos.

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Un niño entre los 4 y los 7 años no coartado y egocéntrico  expresa sus  sentimientos a través del  encanto y la  espontaneidad  de dibujos muy expresivos.

 Nos informan con ellos sobre la impresión que le produce la apariencia externa de un objeto.  Pero es su falta de habilidad para dibujar,  su sensibilidad estética  o su  habilidad plástica infantil, con su simplicidad de formas, despreocupación por los detalles y  libertad para interpretar relaciones espaciales, lo  que precisamente  atrae emocionalmente.

   Con su dinamismo privilegiado,  en esta etapa se da una transacción fácil y natural entre los distintos medios. El niño canta o baila mientras dibuja con desenvoltura y entusiasmo combinándolas. Se llama sinestesia,  el niño efectúa fáciles traducciones entre distintos sistemas sensoriales en el que los colores pueden evocar sonidos y los sonidos colores. Este estallido de actividad artística,  constituye el enigma central del desarrollo artístico. Expresar ideas  y conceptos nuevos afloran  sentimientos,   con trazos agitados y, personales, los niños   producen grandes abstracciones a través de originales caricaturas. La fama se puede  desarrollar en esta etapa.

La repetición da seguridad  pero coarta la creatividad. El niño aprende a través del descubrimiento, la experimentación y la exploración de lo nuevo.

 Un dibujo vivaz, triste, iracundo o potente dentro de su simplicidad puede ser señal de una obra de arte. Sensibilidad artística y percepción estética aumentan con la edad, y  van en paralelo con la disolución del egocentrismo y perdida de la originalidad.

 

El adulto inventando metáforas preescolares da  rienda suelta a procesos inconscientes, ocultando  la proeza y destreza del conocimiento,  debe desembarazarse de representaciones estereotipadas y convencionales que a veces adapta para captar visión de los demás,  y  que inhiben la libertad tan valiosa que tiene el niño creador, que no tiene tales preocupaciones.

Miro Klee o Picasso pueden ser ingenuos sin copiar a niños pero deben reducir las  formas a trabajos más simples, espontáneos y originales. Buscando siempre  expresiones distintas.

 Por otra parte los niños intentando llegar al realismo producen desviaciones geniales.

Un adulto debe buscar la  inocencia y simplicidad   en su rebuscada madurez que  ha perdido,  para crear nuevas   divinidades  de pre-escolares.

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